Hola, ¿qué tal?
Me presento, mucho gusto, soy una cabrita de campo llamada Ali.
Tengo aproximadamente dos años (mi madre no recuera bien el día en que nací). Soy muy curiosa,
inquieta y sociable.
Estoy aquí para contarles lo que me ha sucedido, hace ya unos meses.
Quiero que les sirva de ejemplo mi historia, que comienza así...
Era un día soleado por la mañana, cuando me encontraba caminando al compás de una cascada que
desemboca en el lago cercano a nuestra casa.
Mientras observaba las mariposas que revoloteaban muy cerca de mi nariz, me iba acercando al
desafío que me había propuesto. Éste consistía en cruzar aquel lago ancho vertiginoso, para
alimentarme de las frambuesas que yacían al otro lado.
No estaba muy segura en como conseguiría tal objetivo. Solo era consciente de que lo único que me
ayudaría a atravesar el mismo, serían las pequeñas rocas que se encontraban por debajo, cubiertas
de agua.
En un suspiro tan desalentador, escucho una risa muy aguda, casi sumergida en mi oído derecho. Al
voltear, recurro a la habilidad de entrecerrar los ojos para enfocar, y percibo un cuerpo muy
diminuto.
Un hada volaba apurada, como si quisiera acercarse hacia mí. Cuando ésta lo logra, se manifestó
riendo con alegría, ya que me dijo que hacía rato que me venía persiguiendo, pero como yo iba
trotando, pensó que iba a ser imposible alcanzarme.
Resulta que me preguntó si era mi intención cruzar las aguas. Lo cual le asentí con mi cabeza.
Entonces me planteo de hacerlo juntos, pero con la condición de que la aguarde aproximadamente
quince minutos, para que pueda dejar su bolsito en su casita.
Accedí sin ningún apuro, ya que tenía todo el día por delante para lograrlo, y además si era en
compañía, me daría menos miedo que estando sola.
Entonces me recosté en un árbol caído, a la orilla del lago, a esperarla.
No supe cuál era el concepto de sus quince minutos, pero al insistir en que volvería, me quedé allí
por más de dos horas.
Por eso es que decidí comenzar la travesía sola.
Cuando coloco mi pata izquierda sobre una de las rocas, para animarme a tal desafío, escucho que a
lo lejos me grita exhausta, dicha personita diminuta voladora, por la cual había perdido mi tiempo.
El hada enojada, no entendía porque estaba empezando sin ella. A pesar de explicarle que hacía dos
horas que me encontraba en aquel árbol, se ofendió por no haberla esperado.
Decidí dejar pasar el problema de no entendernos, para pasar al tan prometedor cruce, porque
además, repito, el miedo disminuiría al hacerlo acompañada.
Cuando repito el intento de levantar mi pata izquierda, el hada me para y me dice que se olvidó su
polvo de hadas, y que si no lo llevaba consigo, corría el riesgo de no poder volar, si a mitad de
camino se cansaba.
Nuevamente, me pidió por favor que la espere quince minutos, que haría rápido y que al fin
podríamos completar el desafío.
Era tal el miedo de no poder hacerlo sola, que volví a confiar en que la espera seria corta. Aunque
algo de mí, estaba en discordancia.
Mi intuición no estaba errada, y finalmente pasaron cuatro horas más.
Me encontraba muy furiosa e indignada, por haberle dado una nueva oportunidad.
Utilicé tal rabia, para que el miedo se fuera, y que el impulso que me generaba en el cuerpo por
dicha desilusión, me sea conveniente para pegar los saltos entre roca y roca.
Ni bien comencé, adivinen quien levanto la voz para que pudiera escucharla a lo lejos. Ella se
encontraba enojada por estar lográndolo sin nadie más.
Decidí seguir, atreviéndome a confiar en mis extremidades, para alcanzar firmeza. A lo último, me vi
en la obligación de tomar envión, para atravesar la máxima profundidad, que se interponía entre el
destino.
¡Pude hacerlo! ¡Sola!
Arranqué bruscamente aquellas frambuesas de temporada, que colgaban lo más cerca de mí.
Mientras deleitaba su dulce sabor, llegue a la conclusión... de que hay que tomar perspectiva y
observar si hay correlación, entre lo que dicen que van a hacer los demás, con lo que realmente
hacen.
Luego en que el camino es propio... por lo tanto, el poder para atravesar los miedos y tomar aquel
impulso, depende de nosotros mismos.
Y finalmente también comprendí, que la intuición va por encima de todo lo racional. Y si hay algo en
tu corazón que no resuena, o todo lo contrario, que hace mucho ruido, suéltalo y hazle lugar para lo
que si sientes que vibra contigo.
Con Amor, la cabrita Ali ♥